“No es valiente aquel que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo”
Nelson Mandela
“Tengo miedo a no entender las necesidades de mi cliente”
“Mi nivel de inglés no es lo suficientemente bueno”
“No soy buena comunicadora por lo tanto no soy buena vendedora”
“Me da miedo a que hagan un juicio negativo sobre mi”
“Tengo miedo a exponerme en redes sociales”
Estas son algunas de las creencias limitantes que más se repiten entre nuestros clientes, cuando trabajamos la autoconsciencia comercial. ¿Te sientes identificad@ con alguna?
Yo personalmente con todas. Y otras muchas que no aparecen en esta lista. Y según voy superando algunas van apareciendo nuevas, y esto ocurre porque estoy probando cosas nuevas, experiencias increíbles que me ponen a prueba y con un poco de miedo (porque el miedo no es malo siempre que lo tengamos controlado) los voy superando.
Nuestras creencias pueden ayudarnos a crecer y a mejorar nuestra vida o, por lo contrario, amargárnosla. Esto nos ocurre en relación a nuestras emociones, nuestra autoestima, nuestras relaciones personales o de pareja, y también en nuestro trabajo, profesión o emprendimientos. Estaréis tod@s de acuerdo en que conocer nuestras creencias y saber superarlas es fundamental para que podamos crecer como personas.
Lo primero que yo hago cuando me llegan este tipo de pensamientos es cuestionarlos:
¿En qué me baso para pensar esto?
¿Qué me estoy perdiendo por pensar así?
¿Qué es lo peor que me puede pasar?
Estas son muy buenas preguntas a las que debemos responder y dependiendo de las respuestas sabremos si estamos ante una creencia limitante o no. Y si es que sí, que muchas veces suele ser así, tenemos que actuar, porque si no, nos vamos a quedar bloqueados donde estamos sin poder progresar.
Muchas veces las respuestas requieren tiempo, sufrimiento, incluso derramar alguna lágrima, porque podemos retroceder en nuestras vivencias a momentos que ya no nos acordábamos y nos han marcado, pero cuando sueltas la pelota del estómago sientes un alivio que te permite seguir.
Cuando mi socio y yo creamos KRUCE, y decidimos cambiar de rumbo y emprender en el ámbito de la formación y consultoría, tuvimos que exponernos ante el público de una manera que no estábamos acostumbrados, y sí, nos temblaron las piernas.
En mi caso en concreto, hubo una coach que me ayudo muchísimo y estaré toda la vida agradecida porque gracias a ella superé un aspecto que me estaba bloqueando y era necesario y vital para mi solucionarlo para que KRUCE pudiera funcionar.
El aspecto a solucionar era el “miedo escénico, a hablar en público”. No es que no lo pudiese hacer, el problema era el mal rato que pasaba.
Tras varias sesiones de coaching y trabajo de mirarme hacia dentro. De escribir mucho, respondiendo a muchas preguntas, concretando y detallando mucho llegué a la raíz de mi “problema” de tener miedo a hablar en público.
Tuve que retroceder 35 años, y volver al aula de mi colegio en clase de lengua castellana con mi profesora que era “Sor Isabel”. Yo era una niña muy estudiosa, de las que hacían todos los deberes y sacaba sobresaliente en todo, … si una empollona asquerosa para muchos (je,je)
Teníamos que aprendernos la lección de los verbos, y yo lo había hecho. Sor Isabel pidió un voluntario/voluntaria y como me lo sabía levante el brazo y salí a la pizarra. Y me pasó lo que nunca hubiese esperado, me quedé en blanco. No me acuerdo lo que me dijo Sor Isabel, pero todavía recuerdo lo mal que me hizo sentir. Y también lo que mi cerebro me repitió a partir de entonces cuando alguien pedía un voluntari@: “Alaitz, no te pongas en peligro, estás más segura aquí sentada”.
Y así vamos por la vida con las mochilas cargadas de creencias que nos limitan, muchas veces sin ni siquiera darnos cuenta.
¿Qué hice para superarlo? Una vez tomé consciencia relativicé mucho el drama. Y la coach que os he comentado antes me dio unos trucos que me ayudaron mucho:
1 – Piensa que nadie sabe lo que vas a decir, tú tienes el poder
2 – No te centres en ti, sino en el público que tienes, estás para ayudarles no para lucirte
3 – Si alguien te pregunta algo que no sabes échalo a los leones
Este ha sido un ejemplo de cómo he derribado una de mis creencias que me limitaban, y no es la única. Igual otro día os comparto alguna más.
Y vosotr@s, ¿alguien se anima a contar alguna suya?