Cuando di el salto a Área Manager y empecé a gestionar cuentas de clientes, a viajar, a reunirme con clientes, (sin ninguna formación, muy poco conocimiento de lo que tenía que hacer, pero eso sí, con MUCHAS ganas), los primeros largos meses me ceñí a vomitar y repetir como un lorito lo que otros comerciales decían. Supervivencia, pensaba yo, si les funciona a ellos, me servirá a mí, …
Los primeros viajes que hice acompañada, estudié a mis compañeros con lupa, apuntaba y analizaba todo lo que decían, casi sin cuestionar si estaba bien o mal. Ya os he comentado en episodios anteriores que empecé en un sector muy masculino, donde interactuaba con muy pocas mujeres, y gran parte de las conversaciones extraoficiales se centraban en el apasionante mundo del fútbol. Qué si la Real ha llegado a Champions, que si el Manchester City le ha ganado al Barça,… (y yo de fútbol, que queréis que os diga, no es que no me guste verlo, pero si tengo que cantar alguna alineación, os podría soltar la de cuando Arkonada jugaba de portero en la Real Sociedad,..je,je,..)
Unos días antes de mi primer viaje en solitario, todavía me acuerdo como si fuera ayer, en coche con el director comercial que era mi jefe (para los que nos conocéis, sabéis que ahora es mi socio) íbamos a visitar a un cliente en Madrid. En su faceta de líder protector, conociendo el sector y sabiendo que estaba lanzando a una “pipiolilla” a los leones, me dio consejos de que si alguien intentaba sobrepasarse o me trataba mal que se lo hiciese llegar.
Yo, le contesté con una seguridad exagerada que ya sabía cuidarme solita y que no se preocupara que si alguien intentaba algo “raro” ya sabía cómo actuar, e incluso como evitar esas circunstancias.
Pero lo gracioso vino después, cuando muy convencido me dijo: “Vale, perfecto, pero una cosa: ya puedes ponerte al día con el fútbol, porque ya ves de qué se habla con los clientes”
Yo le dije que en mi humilde opinión había más cosas que hablar a parte del fútbol. El simple hecho de estudiarme todos los equipos de fútbol nacionales e internacionales me parecía una tarea absurda y muy complicada. Mi base y conocimiento precario del fútbol me requería mucho esfuerzo.
Y no lo hice, empecé a viajar sola sin tener ni idea de fútbol, y no me fue mal. Yo no hablaba de fútbol, y creo que nadie esperaba que lo hiciese, sin embargo, rompía el hielo hablando de otros temas, temas más personales, hobbies… y conectaba de igual manera con los clientes.
Enseguida me di cuenta que funcionaba, y también fui cambiando el discurso comercial y haciéndolo más mío, más personal y sobre todo sintiéndome cómoda y tranquila, siendo yo, y empatizando y escuchando mucho y hablando menos.
Creo que funcionó bien, los vínculos que hice fueron muy fuertes y desde el respeto, confianza, responsabilidad, humildad y compromiso conseguí hacerme una profesional de las ventas con mi estilo propio. Ni mejor, ni peor, el mío.
Considero que cada comercial (cada profesional, líder, persona) tiene que trabajar en sacar su mejor versión.
Los que habéis leído el libro de Stephen R. Covey de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, os sonará la escena donde cuenta:
“Imagínate que estás en un funeral, y el que va dentro de la caja eres tú. ¿Qué te gustaría que la gente dijese sobre ti? Pues ya puedes empezar a trabajar en ello”
Yo sigo trabajando mi marca continuamente, si os ponéis a pensar, muchas veces somos nosotros (los comerciales) el único factor diferenciador entre nosotros y la competencia.